El hombre que quería recuperar su alma

El hombre que quería recuperar su alma

John D. Aram

 

“Mi amigo….te digo de todo corazón….debes prepararte para la confesión y aceptar la extremaunción,” le dijo su más cercano amigo tras una larga e íntima conversación.  José María hubiera esperado eludir estas palabras, pero intuía la verdad del consejo de su amigo.  No era muy viejo, y pese a su enfermedad en aquel momento, había pensado que tendría muchos años más.  No quería morir, y de hecho, le temía a la muerte.  Durante los últimos meses, José María notaba su pérdida de peso y fuerza, empero sustentaba la esperanza de por lo menos estabilizarse aunque no se recuperara del todo.  Ni familia, ni amigos, ni médicos le habían dado a entender que iba a…morir, y ahora sentía la crueldad de este engaño.  Empezó a sudar fríamente.   Su cuerpo se puso insensible y entumecido, como si ya hubiera empezado a pudrirse.   Tuvo la sensación de que se hundía——–se hundía———-se hundía.

Jadeando y sacudiéndose de frío, José María se despertó con un sobresalto.    Le costó moverse y apenas pudo tirarse al suelo.  Al ponerse de pie, se sintió atontado.  Al ducharse, al vestirse, al desayunarse aquella mañana, no pudo quitarse de la cabeza la pesadilla sobre su incipiente muerte.  Se sentía desorientado, distraído—destrozado por el miedo.

Y ya sabía el por qué.   Desde hace muchos años, estaba perdiendo su fe.   Al principio sostenía inquietudes más bien inocentes.  Con el tiempo, éstas persistieron y se volvieron cada vez más insistentes y preocupantes.   Se había forzado a no ajustar su rutina, y había hecho un esfuerzo hercúleo para no relevar a nadie su creciente incertidumbre y su desconfianza–en realidad, su abandono de la fe.   Se sentía pérfido y perverso sobre lo que le había sucedido, sobre todo un farsante, y los últimos años le había pasado una etapa de soledad intensa. Había perdido tierra firme, algo confiable.  Y cuánto más desconfiaba de Dios tanto más temía la muerte.

José María podía recordar aquel día como lluvioso y gris.  No podría afirmar si había sido así o si lo había imaginado debido a su estado anímico deprimido y al peso de sus pensamientos.  Mientras conducía ensimismado de camino hacia su oficina, reflexionaba sobre el significado de la pesadilla.  Si fuera a morir en este momento, ¿aceptaría el sacramento final o no?   Estaba seguro de que no aceptarlo sería un acto muy valiente.  Y, quizá le permitiría enmendar su vida de una creciente mendacidad.   Sería la última–y quizá la más importante—oportunidad para decir la verdad y enderezar su vida miserable.    Al menos anhelaría morir con dignidad si no podía vivir con veracidad.   Entendía que no aceptarlo le pediría muchísimo valor–un coraje que no había podido alcanzar hasta el momento.   Sabía que algunos aceptaban el concepto de Dios y los sacramentos de la iglesia por si acaso Dios existiera, mas José María no quería tratar el asunto como un juego de azar.

Cada día lamentaba más que su vida siguiera siendo una mentira. Se preguntaba a si mismo: ¿es  la muerte el único acto que me permitiría recuperar mi alma y reivindicar mi vida?    Al llegar a la oficina, se le ocurrió un pensamiento nuevo–quizá el sueño no se trataba de la muerte sino de la vida.  Se preguntó si acaso él no tendría que decidir cómo iba a morir, sino cómo iba a vivir.

Al entrar en la oficina, la secretaría  exclamó, “Qué mala cara tiene.  ¿Algo malo le ha pasado?”

Sacudido de su embelesamiento, tartamudeó, “No, nada especial.  He pasado mala noche.  Nada más.”

“Bueno, me alegro,” le dijo.  “De todos modos, los jóvenes de la clase de catequesis lo están  esperando, Padre.”

 

3 Comments

Cate posted on June 20, 2012 at 8:51 pm

Esta es una historia interesante sobre la fe. Creo que todo el mundo tiene una relación diferente con lo divino, y que sin duda afecta la manera en que vivimos. También creo que muchas personas se están alejando de la religión, porque la ven como algo anticuado. Pero creo que al final, Dios es un concepto que cada uno tiene y que debe absorber de forma individual, y decidir cómo vamos a reconciliar la religión con nuestras creencias personales.

Javier posted on June 25, 2012 at 2:46 am

El cuento corto me gustó, me hizo reir y pensar sobre la religion y la muerte. Me pareze irónico que la persona que tiene más dudas es la persona que guía ( en este caso espiritualmente ) a los demás. Las creencias del padre son personales, hay que notarlas. En cuanto a las creencias personales, los extremos son la muerte y la religión en este caso. A veces con la búsqueda de respuestas surgen más preguntas.

Kelly Hoyer posted on June 25, 2012 at 8:38 am

¡Es una historia muy bien escrita! Me gusta el mensaje de esta historia; no debemos pensar en como moriremos, pero como debemos vivir. El hombre tenía miedo de estar muerto porque no tenía fe en Dios. Muchas veces, no tenemos fe en nada hasta que estamos a punto de morir. Aunque este hombre tiene una relación extraña con Dios, se da cuenta al final que es más importante como se vive que cómo se muere.

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